Hegel estudió primero en el instituto de su ciudad natal, y entre 1788 y 1793 siguió estudios de teología en Tubinga, donde fue compañero del poeta Hölderlin y del filósofo Schelling, gracias al cual se incorporó en 1801 como docente a la Universidad de Jena, que sería clausurada a la entrada de Napoléon en la ciudad (1806).
Al tiempo que se introducía en la obra de pensadores como
Schiller, Herder, Lessing y Kant, Hegel compartió con sus compañeros el
entusiasmo por la Revolución Francesa. Aunque al principio se hallaba muy
próximo al idealismo de Fichte y Schelling, a medida que fue elaborando su
propio sistema filosófico, ya profesor en la Universidad de Heidelberg
(1816-1818) y luego en Berlín (1818-1831), se alejó progresivamene de ellos.
El propio Hegel calificaba el idealismo de Fichte de «subjetivo», el de Schelling de «objetivo» y el suyo como «Absoluto»
para denunciar la incapacidad de éstos para resolver la contradicción, tarea que
para él constituía el objetivo último de la filosofía: «La supresión de la
diferencia es la tarea fundamental de la filosofía».
Hegel es el último de los grandes sistemas concebidos en la historia de la
filosofía. La «contradicción» significa aquí el conjunto de oposiciones que
había venido determinando la historia de las ideas desde el pensamiento clásico:
lo singular y lo universal, la Naturaleza y el Espíritu, el bien y el mal, etc.
La superación de la contradicción debe llevarse a cabo a partir del pensamiento
«dialéctico», cuyas fuentes están en Heráclito y en Platón. para Hegel «la filosofía tiene que dejar de ser "tendencia" al saber para ser un
efectivo y pleno "saber", para ser ciencia (Wissenschaft)». Hegel parte de la
realidad como un todo (monismo) compuesto por partes integrantes cuyo sentido
sólo puede ser aprehendido por remisión a la totalidad en la que se inscriben.
Pero, a diferencia de sus antecesores, concibe una totalidad
dinámica: cada cosa llega a ser lo que es en el seno de un continuo devenir, un
proceso que es producto de la diferencia, del carácter constitutivamente
contradictorio del ser. El movimiento esencial del ser es dialéctico, por cuanto
expresa la pugna interna entre las partes para reducir su oposición a unidad.
Dado que el pensamiento debe aprehender una realidad en movimiento, Hegel
desarrolla una lógica que permite conocer el ser (el Absoluto) sin excluir el
devenir y el cambio.
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